Cuando nunca te enseñaron a reconocer:

En una de nuestras intervenciones en HUMAN PARTNER, trabajamos con un líder al que su entorno le repetía una y otra vez:

“Tenés que reconocer más a tu equipo.”

Desde fuera parecía una observación simple. Pero lo que descubrimos en sesión fue mucho más profundo. No era desinterés ni frialdad… era una historia sin reconocimiento.

Este líder creció en un hogar donde las cosas se hacían porque “había que hacerlas”. No había espacio para los halagos ni para validar el esfuerzo. Nunca escuchó un “gracias”, ni de su padre ni de nadie. El reconocimiento no formaba parte de su lenguaje emocional. Para él, cumplir con las responsabilidades no merecía ningún mérito: era lo mínimo que se esperaba.

Esa mirada, incorporada desde la infancia, se había trasladado a su vida laboral. Al liderar equipos, simplemente replicaba lo aprendido:

“¿Por qué habría que felicitar a alguien por hacer su trabajo?”

Durante nuestra intervención —que combinó coaching sistémico, dinámica de sistemas, psicología polivagal y mindfulness— pudo conectar con ese niño que nunca fue reconocido. No se trataba solo de una habilidad de liderazgo que debía incorporar; se trataba de sanar una experiencia emocional profundamente arraigada.

Cuando se permitió mirar esa parte de su historia, algo cambió. Se perdonó por no saber cómo, se permitió aprender, y comenzó a reconocer a su equipo con autenticidad y sentido.

El cambio fue palpable. El ambiente de trabajo se volvió menos tenso, más ligero. Las personas empezaron a sentirse vistas, valoradas. El equipo ya no solo trabajaba… también respiraba.

No podemos dar lo que nunca recibimos… hasta que decidimos aprenderlo.